La Soberanía de Dios ante la rebelión humana

LA SOBERANÍA DE DIOS ANTE LA REBELIÓN HUMANA

 

Dr. José Luis Fortes

 

1. El significado de la palabra “mundo”

 

Jn 3.16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

 

En el texto anterior se apoyan los que rechazan las doctrinas de la elección y de la predestinación. Esta negación se produce al interpretar incorrectamente la palabra mundo…

 

Estos nos lleva a preguntarnos: ¿cómo debe interpretarse la palabra mundo?  Sólo hay dos posibilidades:

 

1)    Primera, que signifique: “todos los hombres sin excepción”,  y,

 

2)    Segunda, que signifique: “todos los hombres sin distinción”.

 

¿Cuál de estas dos posibilidades es la acertada? 

 

 

1.1. La Biblia rechaza la primera posibilidad:

 

Por las Escrituras sabemos que son más los que se perderán que los que se salvarán.

 

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

(Mat 7:13-14)

 

Esto nos debe llevar a entender los designios salvadores de Dios en un sentido diferente al de aquellos que sugieren la primera posibilidad. Sabemos que no puede perderse  ni una sola persona por la que  Cristo murió. De ser así Dios daría el pago al pecado de esa persona dos veces: una en Cristo, en la cruz, y otra a ella misma, en la condenación del infierno.

 

Las promesas de Dios en el Antiguo Testamento nos muestran que la posibilidad correcta de interpretación es la segunda. Los siguientes textos, donde se encuentran estas promesas,  (Gn 12.3b; 22.18)  (Is 53.1-12 y 54.1-3) (Miq 4.1-3) nos muestran que los designios salvadores de Dios son “para todas las naciones”, o lo que es igual, para “todos los hombres del mundo sin distinción”. Sin distinción de raza, sexo, condición social, lengua, etc.

 

Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.

(Gál 3:8)

 

En (Ap 7.9) que nos habla de aquellos que estarán en la presencia de Dios al final de los tiempos se confirma esta posición.

 

Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos

(Apo 7:9)

 

 

1.2. Una interpretación recta de la palabra “mundo” en la Biblia:

 

La palabra mundo se usa en  la Biblia en el mismo sentido que la usamos diariamente las personas  del siglo XXI: Todos, con un sentido claramente limitado, es decir, toda clase de gente.

 

Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos

(Luc 2:30-31)

 

Y todos sin distinción (Jn 4.42).

 

y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.

(Jua 4:42)

 

Es de estas dos  maneras que se usa la palabra mundo en Juan 3.16. Dios amó al mundo, a todos los hombres sin distinción, no meramente a los judíos. No olvidemos que estas palabras de Juan 3.16 fueron dichas a un judío, Nicodemo, que como la mayor parte de ellos creían que Dios jamás entraría en relación con los inmundos gentiles.

 

 

2. La frase “todos los hombres” de 1 Timoteo 2.4

 

1 Tim 2.4: “Dios /.../ quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”

 

¿De qué se está hablando en el contexto del versículo mencionado?  (1 Ti 2.1) de orar “por todos los hombres” ¿Por todos? ¿Aún por los que nos hacen daño, por los gobernantes? No olvidemos que en aquel tiempo las autoridades romanas perseguían ferozmente a la iglesia.

 

A esto Pablo responde: ¡Sí!  “… por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente(1 Ti 2.2). Es decir, debemos orar por todos los hombres sin distinción, no importa que éstos sean nuestros enemigos (Mt 5.44b) “… orad por los que os ultrajan y os persiguen”.  Dios obra en los gobernantes incrédulos llevándoles a tener actitudes buenas con su pueblo en ciertos  asuntos (Gn 20.3-7) (Esd 1.1-4) (Pr 21.1)

 

Para reforzar su argumento dice las palabras del 1 Tim 2.4 Dios quiere que todos los hombres sean salvos, pues aún de entre nuestros enemigos Dios quiere salvar personas. Pablo sabía por experiencia que Dios tiene en sus designios eternos de salvación a algunos de los enemigos más fuertes del cristianismo. Él mismo había sido uno de ellos (Gá 1.13,15) (Hch 22.4,14).

 

Por tanto en 1 Timoteo 2.4 lo que Dios dice es que quiere salvar a personas de entre todos los hombres sin distinción de cargos humanos, y sin distinción de que sean amigos o enemigos del pueblo de Dios.

 

Además este texto plantea el asunto de la voluntad de Dios, plantea los siguientes interrogantes:

 

1)     ¿Puede hacer Dios todo lo que quiere?

2)     ¿Hay alguna cosa imposible para Dios?

3)     ¿Puede frustrar la voluntad del hombre la voluntad de Dios?

4)     ¿Tiene la voluntad de Dios algún misterio para la mente humana?

 

¿Qué dice la Escritura en relación con estas cosas? Respuestas:

 

1)     Dios hace todo lo que quiere

 

Sal 115.3: Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.

 

 

2)     No hay nada imposible para Dios

 

Mat 19.26: Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.

 

 

3)     Nada ni nadie puede impedir o frustrar la voluntad de Dios (Dn 4.35)

 

Dan 4.35: Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

 

 

4)     La voluntad de Dios sólo puede ser entendida si tomamos en cuenta que la voluntad divina no puede compararse con la humana (Dn 4.35).

 

Dan 4.35: Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

 

En Dios existe lo que en términos teológicos se conoce como voluntad decretiva: Es decir, hay cosas que Dios “quiere” hacer, en cualquier esfera de toda su obra, y que lleva a cabo mediante su gran poder con sólo decir “hágase” sin que nadie pueda evitar que se lleve a cabo (Gn 1.3-27).

 

Pero también existe en Dios una voluntad preceptiva: Lo que nos habla de aquellas cosas en las que Dios expresa su voluntad, pero que, al mismo tiempo, no hace nada para que esa voluntad llegue a ser efectiva (Ex 20.1-17).

 

Un ejemplo de lo que estamos hablando podemos verlos en  el rechazo que los judíos hicieron del Mesías:

 

Mat 23.37: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!

 

Según las Escrituras este acto libre y responsable de la voluntad humana estaba predestinado.

 

Rom 11.7-10: ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.

Y David dice:

Sea vuelto su convite en trampa y en red,

En tropezadero y en retribución;

Sean oscurecidos sus ojos para que no vean,

Y agóbiales la espalda para siempre.

 

En definitiva, quienes apelan a ciertos textos de la Biblia, para negar la evidencia sobre la exclusión de muchas personas en la salvación, olvidan lo que la Biblia dice de forma categórica:

 

Pr 16.4: “Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, y aún al impío para el día malo”

 

Jn 8.47: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”

 

Jn 10.26: pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.

 

Ro 9.22: “Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción.”

 

1 Pe 2.7-8: “Pero para los que no creen… porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.”

 

Jud 4: “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de Dios, y niegan a Dios el único soberano…”

 

La enseñanza contenida en los versículos anteriores no es fácilmente asimilable por la mente humana. Ante ella se rebelan nuestras más bajas pasiones.

 

Cuando Pablo habló de ellas, en Romanos, previó la oposición que surgiría ante ella: “¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios?...” (Ro 9.14). Ante ello, Pablo responde con una frase lapidaria: “En ninguna manera” (Ro 9.14). 

 

Acto seguido responde que la única respuesta posible se encuentra en la soberanía de Dios:

 

Rom 9.15-18: Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16: Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17: Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 18: De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

 

Otra manifestación de la incomprensión y rebeldía humana ante los designios soberanos de Dios, que también Pablo prevé, es la de sacar la conclusión de que, si aquellos que no se salvan no lo son porque Dios los ha pasado por alto en sus designios salvadores, entonces por qué pues les culpa: “¿Por qué, pues inculpa? Porque ¿quién ha resistido su voluntad? (Ro 9.19). Ante esto Pablo responde: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro  al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Ro 9.19-21)